Sus problemas me absorben.
Estoy en el medio.
Nada esta bien, todo esta mal.
Mi alma a no tiene ni rumbo, ni sentido. La brújula se rompió y estoy en el medio de un bosque sin salida, lleno de arboles que no dejan ver las estrellas, lleno de arboles que no dejan ver la luz de la luna o el sol.
Indagar en mi pasado dejo cicatrices abiertas. Agregar tristezas a mi vida hace que caiga en picada sobre un agujero sin retorno. Y de repente la oscuridad es mas negra, el aire es mas denso, y la vida es rápida y corta, fugaz y intransigente.
Ya no hay deseos, solo sueños profundos de los que nunca despiertas. La cuerda tira hacia un lado y también en el sentido contrario, la personalidad de ella se va deformando al igual que las arrugas en su rostro. No hay respuestas, no hay soluciones porque querer lo mejor es solo una ilusión y ver la muerte de cada una es habitual.
La depresión en estos momentos es solo una palabra en el aire, una melodía amarga. El dolor es compartido y las lagrimas también, sin embargo nada sana. Las historia se repiten las causas son las mismas, sin embargo nadie intentar cambiarlo.
Peldaños rojos, paredes de yeso, laberintos incomprensibles, caídas, eso es mi cerebro. Desearía tener las alas de esos pájaros y volar lejos de este manicomio, aunque se que si las tuvieras las desperdiciaría con las gusanos de la tierra, siendo atrapada en la misma trampa de siempre. Siempre en un ciclo, siempre igual, siempre volviendo al principio, volviendo al dolor.
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